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La Champions League es, sin dudas, el torneo más glamoroso del fútbol mundial. Lo juegan los mejores clubes de Europa, con plantillas millonarias, estrellas internacionales y estadios de película. Pero de vez en cuando, el fútbol nos regala una historia distinta: la del equipo “chico” que se mete entre los gigantes y llega hasta la final.
Sí, pasó. Más de una vez. Y si sos de los que aman las sorpresas, te vas a disfrutar esta nota.
En la temporada 2003/2004, el Mónaco se convirtió en el equipo que todos queríamos ver ganar. No tenía figuras de renombre (más allá de Morientes, cedido por el mismísimo Real Madrid) pero tenía garra, fútbol ofensivo y un grupo que jugaba de memoria. El camino hasta la final fue épico: eliminó al Madrid y al Chelsea.
Pero en la final... se topó con el Porto de José Mourinho. ¿El resultado? Derrota 3-0. Pero eso ya es una anécdota: el Mónaco ganó el corazón de millones.
Le dicen "Neverkusen" porque siempre se queda a un pasito. Pero en 2002, el Bayer armó un equipo espectacular con Ballack, Lucio y Berbatov y llegó a la final con todo merecimiento. Enfrente, claro, estaba el Real Madrid... y Zidane hizo magia con uno de los goles más bellos en la historia de las finales.
Perdieron 2-1. Pero demostraron que un equipo sin tantas luces también puede brillar.
Si hay un equipo que rozó la gloria dos veces y no pudo, es el Valencia. Con una gran generación de jugadores (Cañizares, Mendieta, Angulo), llegó a dos finales consecutivas.
En el 2000 lo aplastó el Real Madrid 3-0. En 2001, tras un partido durísimo con el Bayern Múnich, perdieron en los penales. Una tragedia deportiva. Pero también una hazaña: llegar a dos finales de Champions seguidas no lo hace cualquiera.
Hoy parece impensado, pero en 1978 el Club Brujas belga llegó a la final de la Copa de Europa. Lo hizo jugando con mucha garra y sorprendiendo a todos. En la final cayó 1-0 con el Liverpool, pero su recorrido fue histórico para el fútbol de su país.
¿Un equipo griego jugando una final europea? Sí, pasó. Fue en 1971, y el protagonista fue el Panathinaikos. El Ajax de Cruyff les ganó 2-0 en Wembley, pero el recuerdo de esa campaña sigue siendo el orgullo máximo del club hasta hoy.
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